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  • Foto del escritorJOSEP CRUSELLAS

Tiempo de cambios: las personas primero


A nadie se le escapa estos días que hay cosas que van a cambiar definitivamente en nuestra cotidianidad. Cada semana que añadimos a este necesario confinamiento somos más conscientes de que nuestra forma de comportarnos y relacionarnos no va a ser la misma que antes del confinamiento. Vamos a ser testigos de radicales cambios de paradigma que como mucho se presentan una vez por generación.


Un paradigma no es más que una convención social sobre cómo hay que observar y comportarse frente una situación o problema que nos pide tomar decisiones. El físico y filósofo de la ciencia Thomas Khun decía que los paradigmas que se instalan y que consiguen el acuerdo y el compromiso mayoritario de la sociedad son aquellos que tienen más éxito que otros a la hora de resolver problemas. Pues bien, con toda probabilidad algunos paradigmas actuales van a ser superados por otros que nos van a inducir comportamientos de más éxito, o como mínimo “más necesarios”.


Esta crisis ha exacerbado el rechazo social a anteponer los beneficios de la empresa por delante de las personas. Se percibe un cambio en la sociedad que está impulsando a los gobiernos y administraciones responsables de organizar y planificar las directrices sociales y económicas, a responder a los paradigmas en los que ya se hallan inmersos los ciudadanos. Estamos viendo cada día como la salud, la protección de sectores y capas de la sociedad con mayor nivel de riesgo, el amparo del empleo, etc. son temas prioritarios por encima de los beneficios, el crecimiento, el consumo, etc. Podemos estar a las puertas de un radical cambio de paradigma: las personas están por delante de los beneficios. Es decir, las empresas no existen para obtener beneficios y crecer sin límites, si no que son un medio eficaz para que las personas tengan empleo y unas vidas dignas. En la crisis financiera que se inició en 2008 los ajustes de estructura (un subterfugio para evitar decir “los despidos”) fueron masivos y millones de personas perdieron sus empleos de la noche a la mañana. Ahora está siendo diferente: aquellos en los que hemos depositado las decisiones que nos afectan a todos y que deben hacerse eco de los cambios de percepción instalados en la sociedad, están haciendo todo lo posible para que esto no sea así. Un ERTE no es un ERE, concepto tan de moda hace una década. La propia sociedad y en consecuencia los consumidores, aquellos que con su compra generan los beneficios, hoy no está dispuesta ya a que la crisis se pague a costa de empleo para preservar los beneficios. No nos engañemos: detrás de los conceptos como “los ajustes de plantilla son un mal menor y necesario para la supervivencia de la empresa” lo que hay es un “los despidos harán que la empresa siga dando los máximos beneficios”. Esto está cambiando.


En 2008, justo cuando nos impactamos con las imágenes de los empleados de Lehman Brothers saliendo con su caja de objetos personales de las oficinas de la empresa en Nueva York (lo que ha quedado como una imagen muy representativa del momento), iniciaba un Programa de Dirección General en el IESE. En diciembre de ese año tuve la oportunidad de hacer el discurso de fin de año delante de la Dirección General de la Escuela, profesores y participantes del programa. Ya en ese momento expuse mi punto de vista centrado en la visión de que las personas y no el valor de la acción y los beneficios, deberían ser el fin último de las empresas.


- Tiene que quedar en el pasado el paradigma del empresario que crea una empresa y se dota de ejecutivos de alto nivel a los que se incentiva con cifras millonarias para incrementar el precio de la acción y obtener el máximo de beneficios posibles.

- Debe empezar a instalarse el concepto de empresario como generador de negocio y empleo y cuyo fin último es la felicidad de sus empleados y, en consecuencia, crear el compromiso personal capaz de generar la máxima productividad, participando con ello en hacer que la sociedad en su conjunto sea sostenible.

- Está llamada a ser arcaica la toma de decisiones empresariales que antepone la ganancia económica, los incentivos y los bonus de los directivos por delante de la defensa del empleo, incluso algo mal visto por el conjunto de la sociedad.

- En tiempos de dificultades empresariales, todos los colaboradores comprometidos están dispuestos a grandes sacrificios si son bien explicados y se percibe con claridad que el foco está en el empleo.


Debo decir que muy poco de todo lo anterior se cumplió y que las cosas siguieron siendo muy parecidas a como habían sido antes del 2008. Tengo esperanza en que en esta ocasión será diferente. Algo está cambiando estas semanas: todos estamos haciendo sacrificios personales inauditos, impensables hace apenas un par de meses, y lo hacemos por compromisos orientados a un bien mayor centrado en las personas.


Tras hablar estas semanas con amigos y clientes que también perciben que las cosas no van a seguir siendo igual después de esta crisis, os comparto algunas de las reflexiones que he ido transmitiendo:


· Como empresario o directivo, haz todo lo posible para conservar puestos de trabajo. Busca vías innovadoras para ello. Tus colaboradores y tus clientes te lo compensarán, unos con su compromiso y productividad cuando todo esto pase y los otros con sus compras y su fidelidad.


· Haz partícipes a tus colaboradores de la situación que prevés a corto plazo, tanto de la problemática como de las posibles soluciones que puedan darse a la misma.


· Deja vía libre a la humanidad que llevas dentro, olvídate del paradigma del “jefe todopoderoso y distante”. Preocúpate sinceramente por tus colaboradores, llámales, mantén contacto con ellos, ayúdales en lo que puedas, interésate de corazón por los problemas que algunos puedan estar padeciendo. Es el momento de potenciar el “liderazgo humanista”. Este tipo de liderazgo no está reñido con la exigencia y la productividad.


· Aprovecha las ayudas oficiales que los gobiernos que representan la sensibilidad general van a volcar en las empresas para que no destruyan el tejido laboral y social.


· Dedica una parte de tus recursos, tu tiempo, tu esfuerzo y el de tus colaboradores en participar activamente en ayudar a las capas sociales que más están sufriendo estos días. Cualquier cosa que puedas hacer desde la voluntad y el interés por los demás, se te devolverá con creces por parte de la sociedad (de nuevo tus colaboradores y tus clientes).


· Prepárate para la recuperación: establece Planes para el día D post-confinamiento, elabora Planes de contingencia para las diferentes alternativas que creas que pueden ocurrir.


· Contén tus costes, pero no a costa de destruir empleo.


· Cuida a tus proveedores, no prescindas de ellos, pon en marcha equipos de trabajo para buscar soluciones de colaboración que os beneficien a todos en el futuro.


· Decídete a digitalizar buena parte de tus procesos. Ahora es el momento


· Aprovecha estas semanas para la formación en todos los aspectos, tanto técnica como en habilidades profesionales. Utiliza los medios digitales que ahora están en manos de todos.


· Practica la resiliencia. No te dejes vencer por lo que crees que vas a perder, al contrario, motívate con la gran tarea que vas a tener la suerte de poner en marcha cuando estas semanas de encierro finalicen. La empresa tendrá que recuperar su pulso rápidamente y va a necesitar que estés al cien por cien. ¡Cuídate!


Josep Crusellas

eneigualados

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